Autor: Chu~
Género: AU, angst, fantasía.
Tipo: Yaoi.
Participantes: RyeoWook, Kyuhyun. {SuperJunior}
Autorización: [PG]
Sinopsis:
"La música suena. las risas, los aplausos.
Yo solo espero por ti... Por tu sonrisa que no es mía."
La luna se coloca en su punto máximo en el firmamento estrellado,
siendo ocultada celosamente por finas nubes que la rodean. Esto solo anuncia,
que la medianoche ha llegado.
En el centro de un gran bosque, se levanta una gran y colorida carpa.
Mujeres, niños, adultos y ancianos, se acercan con emoción a su entrada, donde
se encuentra un luminoso letrero.
“Welcome to the Puppets Circus”
Acróbatas, magos, animales y bufones maravillan a la audiencia con cada
acto.
En un momento todo queda en penumbras, solo se presencia una pequeña
luz que ilumina una figura en el centro del escenario.
Es la figura de un joven, viste un impecable traje azul, que acentúa la
palidez de su piel. Hilos y cuerdas sostienen sus articulaciones. Su rostro es
una maravillosa obra de arte; labios finos y rosados en forma de corazón, piel
de porcelana fina, cabellera de un flamante rojo escarlata, y pequeños ojos
rasgados.
El publico queda pasmado ante su angelical belleza. Se escucha una
suave melodía y los hilos manejan con gracia al pequeño.
Una segunda luz, esta ilumina a una pequeña y grácil bailarina. Sus
movimientos, delicados y suaves, acompañan a la angelical marioneta en una
danza sublime y tétrica.
Una ultima ovación y el show termina. Cada integrante del circo toma
sus pertenencias con el fin de desalojar el lugar. Pero la marioneta se queda
quieta, en silencio, esperando por él.
Lo ve acercarse con paso tranquilo, sus cristalinos ojos grises adquieren
un fino brillo. El hombre de cabellera achocolatada llega hasta donde se
encuentra reposando la marioneta, esbozando una pequeña sonrisa, que si
pudiera, haría que el ligero rubor de la marioneta se intensificara.
Le gusta tanto su sonrisa, le gusta cuando sus finas y fuertes manos lo
sostienen para levantarlo, cuando lo toma de la cintura para meterlo al coche y
van a casa. Le gusta cuando están solos, cuando con suma delicadeza y suavidad
cambia sus atuendos, cuando limpia y retoca su hermoso rostro antes de cada
acto.
Le encanta cuando sus cálidas manos rozan su piel de porcelana, cuando lo
mira con sus penetrantes ojos marrones y le muestra su preciosa sonrisa, solo
para el. Lo hace sentir vivo.
Ama la sensación de tenerlo cerca, que sea su velador, su creador y
dueño. Lo ama a él.
Mas el otro hombre no podría sentir lo mismo. Sus sonrisas y miradas no
son únicamente para la marioneta, estas tienen a alguien a quien dirigirse,
alguien que esta en el corazón del hombre castaño. Van dirigidas a esa pequeña
y grácil bailarina, porque su amor va dirigido a ella.
Y esta demás decir que aquello no es agradable para el chico de
porcelana. No le gusta como la mira, como le sonríe, cuando en las noches sale
a verla y lo deja ahí, solo. No quiere que la ame a ella.
Pero una simple marioneta como él no puede hacer nada, solo se queda
ahí, quieta, esperándolo con sus ojos grisáceos para poder admirar su hermosa
sonrisa.
La última ovación se escucha y la marioneta espera por la misma rutina
antes de ir a casa. Mas algo no es normal, lo siente en cuanto el hombre
castaño termina de colocarlo en su reposador y se dirige a la puerta. Sus
cristalinos ojos lo miran como toma una carta que fue depositada en la entrada,
el rostro del castaño de transforma mientras pasa sus ojos por la carta. No le
gusta su expresión, lo preocupa.
Un golpe seco, provocado por el azote de las rodillas del castaño en el
suelo resuena en la casa. Su rostro no puede apreciarse ya que tiene la cabeza
gacha, mas el sonido de sus sollozos lo delatan.
Los cristalinos ojos se tornan en preocupación y pánico. Quiere
abrazarlo, mirarlo a los ojos y sonreírle de la misma forma que el castaño hace
para el, más se queda ahí, quieto, con los hilos sujetando e impidiendo
cualquier movimiento. Sus grisáceos ojos observan al castaño, en su agonía,
dirigirse a la cocina.
El castaño, con el rostro empapado en lágrimas, hurga en la alacena con
movimientos bruscos y torpes, toma un pequeño frasco y rápidamente lo vacía en
un cristalino recipiente con agua. A la marioneta no le agrada aquello.
El castaño observa a la marioneta, esbozando una ultima sonrisa antes
de beber el líquido. El eco de un relámpago resuena a lo lejos.
La marioneta solo observa, sus vidriosos ojos reflejan el pánico y
horror. El castaño tose violentamente, sujetando el cuello de su camisa
mientras se dirige con pasos torpes al salón, donde reposa la marioneta.
El hombre castaño se derrumba en el suelo, con los ojos entreabiertos y
la piel pálida, frío y sin vida.
La marioneta se queda quieta. Sus grisáceos ojos son ensombrecidos y opacados
por las finas lágrimas que brotan de estos. Vacío y oscuridad lo invaden junto
con un inmenso dolor en el pecho.